El Sexo y Penélope – El Origen

El Sexo y Penélope nació de esa sensación, de una historia que exigía ser contada. Nunca había tenido un sueño así. Algo tan intenso, tan vívido, que parecía una revelación.

Penélope se despertó aquella mañana con una extraña necesidad: contarle a alguien lo que había soñado. Y digo extraña porque, normalmente, no recordaba sus sueños. Apenas unos destellos, fragmentos sueltos que se esfumaban en cuanto abría los ojos. Pero esta vez era diferente. Esta vez, la sensación se quedó pegada a su piel, como tantas otras historias que habían formado parte de El Sexo y Penélope—esas que empiezan como un juego y terminan siendo mucho más que un simple recuerdo.

Solo en contadas ocasiones tenía sueños tan lúcidos que parecían rozar la clarividencia. Y cuando eso sucedía… algo mágico pasaba después.

Aquella noche lo sintió desde el principio. Desde el instante en que apoyó la cabeza en la almohada, supo que algo estaba por cambiar. Lo notó en la piel, en la respiración pausada antes de dormir. Y cuando el sueño la venció, su mente la arrastró a un universo donde cada imagen era demasiado nítida, demasiado real.

No fue un sueño cualquiera.

 

El Sexo y Penélope El Origen - Un encuentro que marca el destino.

 

Era una historia completa. Un relato contado con imágenes, con pieles entrelazadas, con bocas explorando y suspiros entrecortados. Un sexo salvaje y perfecto, compartido con alguien que en ese instante sintió como suyo.

Pero lo que más la inquietaba no era el sueño en sí, sino la sensación con la que despertó.

Se incorporó de golpe, con la respiración agitada, el corazón acelerado y la piel aún estremecida.

Era plena madrugada. Aún podía sentir cada imagen recorriendo su cuerpo, cada caricia, cada roce. Y, sin embargo, sabía que si volvía a dormirse, al amanecer todo se esfumaría.

—No… no puedo olvidarlo —susurró.

Se estiró hacia la mesilla, tomó su cuaderno y, con los dedos temblorosos, empezó a escribir.

Cada palabra fluía como si alguien se la dictara. No sabía de dónde venía, pero tampoco importaba. Solo sabía que debía escribirlo.

Porque algo dentro de ella le decía que ese sueño no era solo un sueño.

Era un mensaje.

Un comienzo.

Un destino.

—Entre otras cosas, estaba agitada porque se había despertado como una moto. —Sabéis a qué me refiero—.

Mientras escribía, cada detalle del sueño tomaba forma en su cuaderno. Y entonces, lo vio claro… La clave estaba ahí.

Al mismo tiempo, la necesidad de contárselo a alguien empezó a desvanecerse. Sería su secreto —pensó—. 

Cuando ordenó sus ideas, todo cobró sentido. El proyecto que acababa de comenzar debía dirigirse hacia allí. Era como si el sueño le estuviera mostrando el camino, dándole las respuestas.

Y Penélope, sin dudarlo, esa misma mañana se puso manos a la obra… El Sexo y Penélope

Esta historia no es la primera ni será la última. Si te gustó, tal vez deberías leer Me encanta Madrid o seguir explorando en El Secreto.


Dicen que los sueños no son solo producto del azar, sino que pueden potenciar nuestra creatividad y revelar respuestas ocultas. De hecho, según un estudio publicado en National Geographic, el sueño puede hacer más creativa e inteligente a una persona. Quizá, después de todo, aquel sueño tenía un mensaje que esperaba ser descifrado.

👉 ¿Alguna vez has tenido un sueño tan intenso que te dejó huella? ¿O uno que no te atreverías a contar? Te leo en los comentarios… si te atreves. 😉🔥