Nunca se sintió tan desprotegido,
y la vez tan fuerte…
Por fin… ¡abrió los ojos ante la realidad!
desnudó sus sentimientos,
reconoció con sinceridad y bondad
la profunda verdad.
El camino recorrido le hizo ver,
que por mucho que se lamentase de su inmensa soledad,
¡nunca estaba solo!
El tic tac del reloj,
el crepitar de la leña en la chimenea,
el cacareo del gallo al amanecer,
el susurro ahogado de su palpitar al otro lado…
Todo le indicó,
todo le guió,
todo le marcó… la continuación…
¡Arriesgar fue su salvación!
Con arrojo y valentía,
se dirigió…
hacia lo que conquistaría
el entusiasmo de sus días.
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