LAS MUSAS

—¡Las Musas no existen! —aseguro—.

—¿Cómo que no existen?.

Ellas nos regalan a través del talento oculto de sus dulces soplos, las infinitas maravillas de las que estamos rodeados.

Están en cada noche y en cada día. En la inocencia de un niño y en la belleza de una flor. En el vuelo de cada ave y en la ternura de cada animal.

En cada gota de lluvia, en cada amanecer y en cada atardecer.

En cada luna nueva y en cada luna llena.

En cada sorbo de cerveza que refresca tu garganta, en una calurosa tarde de verano. En cada rayo de Sol que toca tu piel en los fríos días de invierno y en cada ola que provoca la marea, para romper frente a tus pies.

En cada fabuloso momento compartido, en cada palabra callada, en cada risa y en cada carcajada.

En el sonido de esa canción, que tiene la misteriosa habilidad, de transportarte allá donde fuiste capaz de vibrar con toda intensidad.

En cada melodía, en cada baile, en cada aventura, en cada paisaje y en cada viaje.

En cada una de las veces que respiras, en cada suspiro exhalado y en cada sorpresa que te deja sin aliento.

En cada tembloroso escalofrío que recorre tu cuerpo con cada caricia regalada, en cada abrazo que automáticamente provoca que se cierren tus ojos, para hacerte sentir que te encuentras en el lugar más seguro del mundo.

En las mariposas que te invaden sin autorización previa y con total libertad deciden instalarse en tu estómago, para recordarte con cada uno de sus aleteos…

lo que es estar enamorado.

En cada bonito pensamiento que alguien te dedica, en cada mirada que provoca el tsunami de tus sentidos, en cada gemido provocado por el éxtasis del placer.

En cada loco momento mágico, que hace que tu corazón se desborde de descontrolada alegría…

Puedo seguir enumerando miles de cosas, momentos o lugares donde ellas están, pero daría igual…

Si no crees en ellas…

¡NUNCA LAS VERÁS!

 ---¡Las Musas no existen! ---aseguro---.

 ---¿Cómo que no existen?.

 Ellas nos regalan a través del talento oculto de sus dulces soplos, las infinitas maravillas de las que estamos rodeados.

 Están en cada noche y en cada día. En la inocencia de un niño y en la belleza de una flor. En el vuelo de cada ave y en la ternura de cada animal.

 En cada gota de lluvia, en cada amanecer y en cada atardecer.
 En cada luna nueva y en cada luna llena.

 En cada sorbo de cerveza que refresca tu garganta, en una calurosa tarde de verano. En cada rayo de Sol que toca tu piel en los fríos días de invierno y en cada ola que provoca la marea, para romper frente a tus pies.

 En cada fabuloso momento compartido, en cada palabra callada, en cada risa y en cada carcajada.

 En el sonido de esa canción, que tiene la misteriosa habilidad, de transportarte allá donde fuiste capaz de vibrar con toda intensidad.

 En cada melodía, en cada baile, en cada aventura, en cada paisaje y en cada viaje.

 En cada una de las veces que respiras, en cada suspiro exhalado y en cada sorpresa que te deja sin aliento.

 En cada tembloroso escalofrío que recorre tu cuerpo con cada caricia regalada, en cada abrazo que automáticamente provoca que se cierren tus ojos, para hacerte sentir que te encuentras en el lugar más seguro del mundo.

 En las mariposas que te invaden sin autorización previa y con total libertad deciden instalarse en tu estómago, para recordarte con cada uno de sus aleteos...  lo que es estar enamorado.

 En cada bonito pensamiento que alguien te dedica, en cada mirada que provoca el tsunami de tus sentidos, en cada gemido provocado por el éxtasis del placer.

 En cada loco momento mágico, que hace que tu corazón se desborde de descontrolada alegría...

 Puedo seguir enumerando miles de cosas, momentos o lugares donde ellas están, pero daría igual...

 Si no crees en ellas...

 ¡NUNCA LAS VERÁS!